Introducción
Arendt comienza el libro explicando que el origen de sus inquietudes por los temas de los pensamientos y la mente, comenzó en el juicio de Eichmann en Jerusalem (en este artículo hay un poco sobre eso; también hay una película que quisiera ver y de la que quisiera comentar más adelante en este proyecto).
Tras este juicio, Arendt navegó contra la corriente al re-definir lo que implica la maldad. La teoría de aquel entonces, con todo y su cargamento filosófico, literario y teológico, definían el mal como algo diabólico. Pero Arendt toma en cuenta aquel juicio en el que Eichmann no parecía tener ningún tipo de convicciones ideológicas o motivos perversos. Lo único que realmente parecía definirlo a él y a su pasado no era estupidez, sino más bien irreflexión (thoughtlessness).
Lo que despertó el interés de Hannah (llamémosla así de ahora en adelante, para que todo este resumen parezca menos impersonal), fue esta ausencia del acto de pensar, el cual es tan ordinario en nuestro día a día cuando dejamos de tener el tiempo (no digamos la inclinación), para simplemente detenernos y pensar.
La pregunta entonces se convirtió en una muy concreta: ¿Será que la actividad de pensar, el hábito de examinar lo que nos pasa o lo que llama nuestra atención, independientemente de los resultados o el contenido específico, podrá estar entre las condiciones que hacen que el hombre se abstenga de hacer el mal, o incluso lo condicionen contra cometerlo?
Hannah pasa a describir la diferencia entre la vida activa y la vida contemplativa.
Arendt comienza el libro explicando que el origen de sus inquietudes por los temas de los pensamientos y la mente, comenzó en el juicio de Eichmann en Jerusalem (en este artículo hay un poco sobre eso; también hay una película que quisiera ver y de la que quisiera comentar más adelante en este proyecto).
Tras este juicio, Arendt navegó contra la corriente al re-definir lo que implica la maldad. La teoría de aquel entonces, con todo y su cargamento filosófico, literario y teológico, definían el mal como algo diabólico. Pero Arendt toma en cuenta aquel juicio en el que Eichmann no parecía tener ningún tipo de convicciones ideológicas o motivos perversos. Lo único que realmente parecía definirlo a él y a su pasado no era estupidez, sino más bien irreflexión (thoughtlessness).
Lo que despertó el interés de Hannah (llamémosla así de ahora en adelante, para que todo este resumen parezca menos impersonal), fue esta ausencia del acto de pensar, el cual es tan ordinario en nuestro día a día cuando dejamos de tener el tiempo (no digamos la inclinación), para simplemente detenernos y pensar.
La pregunta entonces se convirtió en una muy concreta: ¿Será que la actividad de pensar, el hábito de examinar lo que nos pasa o lo que llama nuestra atención, independientemente de los resultados o el contenido específico, podrá estar entre las condiciones que hacen que el hombre se abstenga de hacer el mal, o incluso lo condicionen contra cometerlo?
Hannah pasa a describir la diferencia entre la vida activa y la vida contemplativa.
- La vida activa es laboriosa, ocurre públicamente y es devota a "la necesidad de tu vecino"
- La vida contemplativa es de quietud pura, ocurre en el "desierto" y es devota a la "visión de Dios". (Aquí me pareció interesante el uso de la palabra "desierto". Me hizo pensar en el contexto bíblico de la palabra. Luego de la Edad Media, quizás en el Renacimiento, los monjes comenzaron a edificar sus monasterios en el desierto, alejados de lo ostentoso y lo terrenal, con el fin de poder meditar. Jesús, muchos años antes, estuvo en el desierto por 40 días con el fin de re-encontrarse. De hecho en el Antiguo Testamento se nombran unos 15 desiertos. Incluso A. de Saint-Exupéry ha explicado el desierto de forma sublime; "even one silence is unlike another silence". En fin, este paréntesis se ha vuelto un poco largo).
Según Platón, la actividad de pensar (ese diálogo silencioso que baila en nuestra cabeza) sirve para abrir los ojos de la mente; su propósito es un fin de contemplación, y contemplar no es una actividad, sino una pasividad, es el punto en el que la actividad mental alcanza un descanso.
Cato dijo:
Never is a man more active than when he does nothing, never is he less alone than when he is by himself.
Y a partir de esto, Hannah postula un par de [importantes] preguntas:
- ¿Qué estamos "haciendo" cuando no hacemos nada más que pensar?
- ¿En dónde estamos cuando, normalmente rodeados de gente, estamos junto a nadie más que nosotros mismos?
Y por si todo esto no los ha dejado ya con algo en qué pensar (algo en qué pensar... ¡qué pequeña ironía!), Hannah también agrega a la ecuación otro recurso interesante cuando escribe que Heidegger dijo que la filosofía y la poesía están muy cercanamente relacionadas porque parten de la misma fuente: el pensamiento.
Para terminar este primer capítulo introductorio, Hannah lo cierra con una frase:
Para terminar este primer capítulo introductorio, Hannah lo cierra con una frase:
The need of reason is not inspired by the quest for the truth but by the quest for meaning. And truth and meaning are not the same.